Comentaris d’Eugenio M. Recio al text del Professor Albach sobre ESM

12 de novembre de 2010

publicat per Redaccio

Publiquem tot seguit els comentaris del Professor Eugenio M. Recio al text del Prof. H Albach sobre ESM, que vam publicar al web del CEES el 27 de setembre passat.

Nota previa: Conozco personalmente al profesor Horst Albach y por eso he tenido la oportunidad de apreciar sus cualidades como persona y, de un modo particular, como académico. Es una autoridad indiscutible en su especialidad en Economía de la Empresa, lo cual dice mucho en un país en el que tantos especialistas hay de gran renombre en esta materia. Precisamente por no ser  la macroeconomía el campo principal de su actividad académica, me atrevo a hacer los comentarios que siguen sobre un texto, que bien situado, aporta interesantes puntos de vista sobre las aplicaciones de la Economía Social de Mercado (ESM), en el entorno de la actual crisis financiera y económica de dimensión global.

A. Los orígenes de la ESM

El texto del prof. Albach  sobre la ESM tiene la originalidad de que explica su gestación a partir de la nueva concepción política, que se quiso dar a Alemania después de la guerra. La “ordenación” de la economía aparece así como un elemento más de toda la ordenación política del país. Por eso comienza hablando de los valores fundamentales, que han sido los pilares sobre los que se había de edificar el nuevo orden económico. De esta manera se explican las raíces constitucionales de la ESM, aunque el modelo no llegue a concretarse como tal en la Grundgesetz.

B. Los piláres básicos de la ESM

El primer pilar es la libertad, que tendrá su instrumentación, por lo que se refiere a la economía, en el Mercado. El Mercado tiene, por tanto, un carácter instrumental y no substancial, como a veces puede parecer cuando se empieza a explicar el significado de la ESM a partir del Mercado, como si fuera una institución que se valora por sí misma y no, como realmente es, como un instrumento para el ejercicio de la libertad de la persona.

La redacción del segundo párrafo de este apartado puede resultar confusa porque parece que se equiparan Mercado y libertad, cuando lo esencial es la libertad y el Mercado tiene, como acabamos de decir, una función instrumental.

El segundo pilar de “la distribución de la responsabilidad” puede generar también confusión. Sería más congruente, con lo dicho hasta aquí, hablar del valor de la responsabilidad, que éticamente es complemento de la libertad. Esta responsabilidad, en su vertiente política, se distribuye en las competencias, que se asignan a distintas instituciones: Senado, Parlamento, Gobierno central, Gobiernos de los Länder, etc. Y en su vertiente económica habría que distinguir, por una parte, las competencias del Estado (Gobierno central y Gobiernos de los Länder), del Banco Central y de los agentes económicos y, por la otra, las competencias del Mercado que se concretan en las del empresariado y las de las economías domésticas (consumidores e inversores).

En las dos instituciones claves: Estado y Mercado, las competencias del Estado tienen, en algún sentido, primacía sobre las del Mercado, porque son las que establecen el marco para el funcionamiento del Mercado y vigilan su cumplimiento pero, aparte de estas funciones, las competencias estatales deben respetar la autonomía del mecanismo del Mercado y de su funcionamiento, dentro del marco previamente establecido. En esta interacción entre Estado y Mercado juega un papel fundamental lo que Albach define como tercer pilar “la ley para la defensa de la competencia” que claramente tiene un valor instrumental en cuanto trata de asegurar que el Mercado permita el ejercicio de los valores de la libertad y de la responsabilidad, que podrían ser impedidos por agentes económicos que se atribuyeran competencias dominantes en el ejercicio de los intercambios del Mercado.

El último párrafo de este mismo apartado, puede también generar confusión al indicar que de la regulación de la competencia se excluyen los mercados financieros. El Mercado al que expresamente se refiere la ESM es el de bienes y servicios, es decir, lo que ahora se llama la “economía real”, pues el Mercado de los factores productivos  (trabajo y capital) no pueden tener las características de la libre competencia, que son las que permiten el ejercicio de los valores de la libertad y de la responsabilidad, que trata de garantizar la ESM. Lo mismo el mercado de trabajo que el mercado financiero operan con instituciones peculiares, como son las organizaciones sindicales y patronales y los Bancos Centrales. Este Mercado de factores en teoria tiene un carácter instrumental, al servicio del Mercado de bienes y servicios, pero en la práctica los factores a los que se refiere van actuando cada vez con más autonomía, como aparece en el documento de Albach en el último párrafo de apartado C, por lo que se refiere al Mercado de Trabajo y al Mercado financiero en el párrafo tercero del apartado D, y por eso se requiere una mayor presencia del Estado en estos mercados para garantizar una dinámica cohesionada del modelo de la ESM.

C. Los padres de la ESM

Al hablar de los orígenes de la ESM, el profesor Albach sólo tiene en cuenta la planificación nazi y olvida que junto a esa nefasta experiencia inmediata, Erhard y Müller-Armack también tuvieron presente el neoliberalismo del Canciller Brüning que, con su hiperinflación y el paro masivo, facilitó la llegada de Hitler al poder.

En el siguiente párrafo se hace eco de la teoría tradicional de que antes hay que producir para poder después distribuir, olvidando teorías más recientes que explican que al mismo tiempo que se produce se determina la distribución porque la producción se puede orientar por la demanda de los que tienen más capacidad de compra, que absorbe muchos recursos escasos para producir bienes de lujo sólo asequibles a esos demandantes, con la consiguiente disminución de recursos para producir los bienes de consumo de los menos pudientes, que ven encarecidos de los bienes que demandan como consecuencia de la escasez de los recursos productivos.

Este planteamiento más moderno no implica, sin embargo, que no se reconozca que el nivel de bienestar de un país es a la larga insostenible si la política estatal social y fiscal no tiene en cuenta  los resultados de la economía real, es decir del Mercado de bienes y servicios. Esto aparece bien explicado en el último párrafo de esta mismo apartado, cuando se habla de la “acción concertada”. Es lo que Albach expone dos párrafos después al hablar de la vinculación de la idea de la libertad de Mercado con la de la justicia social. Resulta, sin embargo, discutible afirmar que los superávits de los Mercados eficientes son los que permiten abastecer a los más débiles, porque la idea de la ESM es que de los resultados del Mercado han de vivir todos los ciudadanos, aunque por causas involuntarias no todos puedan participar como sujetos activos de su funcionamiento normal. Esto se basa en el principio o valor de la solidaridad, que sería el tercer pilar, que Albach parece no considerar.

En el párrafo tercero de este apartado C, al citar a los representantes del “Círculo de Friburgo” resulta extraño que el profesor Albach aprecie como ideologicamente semejantes a von Hayek y a Röpke, pues éste último suele considerarse tan representante del Ordoliberalismo como a Eucken y, en cambio, von Hayek ha sido más bien un defensor del ultraliberalismo y Müller-Armack expresamente le menciona como opuesto al planteamiento fundamental de la ESM.

También puede ser causa de confusión que al hablar de la ley sobre el “Sachverständigenrat” afirme que a los cuatro objetivos de la política económica que constituyen el “Cuadrilátero mágico” se añadiera después, como quinto objetivo “la distribución justa de rentas y patrimonios” porque hay que tener en cuenta que esa ley se refiere, como expresamente se dice,  a los objetivos de política económica y lo que ha hecho la ESM ha sido precisamente integrar  esa política con la política social, que se podría considerar la patrocinadora, entre otros, de ese quinto objetivo. Por eso en los informes anuales de dicho organismo se habla en capítulos diferentes de la situación económica y de la situación social.

D. La crisis de la ESM.

Este apartado es, en mi opinión, el más interesante de todo el documento pues, aunque en el primer párrafo se repite el discutido principio de que primero es producir y luego distribuir, su contenido en general  es muy coherente  con lo dicho anteriormente de que en la ESM el Estado ha de tener en cuenta los resultados del Mercado para la política de protección social.

Por lo demás, en todo este apartado aparece el reconocido especialista  en Economía de la Empresa, que expone, con conocimiento de causa, los fallos que ha habido en la aplicación de los principios de la ESM por parte de las Empresas, especialmente de las dedicadas a las finanzas, y también por parte del Estado en sus actuaciones contra la crisis.

Destacaría para terminar, como especialmente expresivo de lo que supone un experto familiarizado con la filosofía del Mercado de competencia, que, en contra de las propuestas de regulaciones para  impedir la existencia de entidades financieras que puedan suponer por su tamaño riesgos sistémicos, Albach recuerde que una mejor aplicación de las leyes de defensa de la competencia en el sector financiero, evitaría la existencia de esos riesgos.

Eugenio M. Recio
Profesor honorario de ESADE
Colaborador del CEES


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