Garoña sí, Garoña no. Más allá de una decisión.
publicat per Redaccio
Barcelona, 26 de juny de 2009
En los próximos días el Gobierno tendrá que tomar una decisión sobre la prórroga o el cierre de la central nuclear de Santa Maria de Garoña. No será una decisión fácil, y la prueba de ello es la múltiple literatura y artículos de opinión que se están generando en uno u otro sentido, e incluso los posicionamientos contradictorios de distintos miembros del Gobierno, o de entidades y científicos con reconocido pedigrí ecologista.
Como parece que finalmente se va a optar por el cierre, y en ese sentido ya se ha pronunciado algún conocido medio de comunicación cercano al poder, me gustaría hacer mis interpretaciones personales del porqué de tal decisión (si es que es la que finalmente se produce).
La respuesta más evidente es de porque el partido actualmente en el poder está en contra de este tipo de energía y defiende un modelo más limpio y sostenible. Esto pero, no pasará de ser una bonita frase, al igual que lo fue en su momento cuando se dictó la moratoria nuclear con argumentos parecidos por otro Gobierno socialista cuando en el fondo lo que se hizo fue salvar unas inversiones, que por el cambio de ciclo económico, de coyunturas del mercado y mala planificación, amenazaban no sólo ser irrecuperables, sino en arrastrar a todo un sector empresarial.
Prueba de que algo ha cambiado, es que el mismo presidente del Gobierno que promovió la moratoria, hoy con su autoridad moral de ex mandatario aboga por la prórroga de las centrales existentes.
Que argumentos reales pueden decantar la balanza a favor del cierre. A mi entender básicamente dos:
- Paradójicamente la situación económica. Y digo paradójicamente porque en primera lectura parecería que lo sensato seria dictaminar la prórroga, ya que así se mantienen unos puestos de trabajo muy importantes para toda la comarca, y además se sigue produciendo una energía barata, que de otra manera acabará siendo importada. Con los efectos que tiene sobre la balanza de pagos, especialmente en un estado como el nuestro, con un déficit exterior desmesurado. Pero si se toma la decisión del cierre, será porque un Gobierno que ha de sortear la presión social de una crisis con un 17% de paro con perspectivas de llegar al 20%, necesita cubrir su flanco izquierdo, Una medida como ésta no deja de ser un guiño a ciertos sectores sociales situados a su izquierda, ya bastante inquietos por la profundidad de la crisis y sus secuelas sociales.
- Establecer un pacto con esos mismos sectores para solucionar otro problema acuciante al que hasta ahora no se ha querido afrontar. La construcción de un gran almacén de residuos radioactivos, que a pesar que desde 1989 se sabe que a partir de 2011 Francia dejará de acoger los residuos de Vandellós y que Cofentes está a punto del colapso, no se ha tomado ninguna iniciativa hasta el momento para evitar la contestación social. El cierre de esa central, que es además la de menor tamaño de las ocho actualmente existentes, podría ser una buena moneda de cambio para poder poner en marcha dicho almacén con el beneplácito de los antinucleares, e incluso considerándolo la propia industria como un mal menor.
El argumento base para tomar la decisión contraria, es decir la prórroga de la licencia, también se basaría en un argumento aparentemente sencillo: el Consejo se Seguridad Nuclear lo avala técnicamente en su informe preceptivo. Y sin embargo las razones serían en este caso más de orden económico. Mantener los puesto de trabajo en una zona con difíciles alternativas, continuar disfrutando de una energía barata, lo que repercute en una mejora de nuestra productividad, si bien a un nivel modesto, dada la capacidad de producción de Garoña -466MW- y aliviar la deuda externa, o emitir menos CO2, ayudando así a reconducir las emisiones de CO2 o equivalentes, que nos fueron asignadas en el reparto interno de la Unión Europea, para cumplir el protocolo de Kyoto.
Ahora bien, se adopte una u otra alternativa: Garoña sí o Garoña no, o alguna otra intermedia, si los argumentos son como les expuestos en primer lugar, o en segunda lectura, poco habremos avanzado hacia lo que constituye o debiera constituir el argumento principal.
España debe decidir adoptar un modelo energético determinado a 20 o 30 años vista y en función de esa visión estratégica a largo plazo se adopta una u otra medida. Lo demás es distraer al personal y perder posicionamientos en unos escenarios internacionales abiertos, pues cuanto más se tarde en definir un posicionamiento, más difícil será recuperar el tiempo perdido en diseñar un modelo energético de futuro, con todas las repercusiones económicas, sociales y políticas que puede conllevar.
Para definir una política coherente a largo plazo hay algunas premisas que nos vienen dadas.
- De aquí al 2030 se prevé un incremento de nuestras necesidades de aprovisionamiento energético de cómo mínimo un 40% respecto a nuestro consumo actual.
- La política de medioambiente mundial se encamina a un recorte de hasta el 80% de las actuales emisiones de CO2. La estrategia europea está ya defina en el 20-20-20. (20% de energía renovable y 20% de emisiones para el año 20).
- Las disponibilidades de energías fósiles tenderán a decrecer y los precios a aumentar
- La seguridad en el suministro es otra incógnita que cada vez adquiere más peso.
- Todos los países del nuestro entorno, incluidos los EE.UU han puesto en marcha políticas encaminadas a reducir su dependencia energética del exterior. Dentro de ese conjunto de países, España es el estado con más dependencia energética exterior.
- No sólo en energías renovables, también el campo de las nucleares se están produciendo importantes avances en I+D. Hay países que están posicionándose muy sólidamente en ese nicho de conocimiento.
- Si nos ceñimos a nuestra realidad presente, el consumo eléctrico actual viene cubierto aproximadamente en un 18% por la producción nuclear, unos dos punto por debajo de lo que sería el caso de los EE.UU o quince por debajo del conjunto de la UE, pero que en determinadas áreas, como en el caso catalán, representa alrededor del 70% de la producción eléctrica.
- A todas las centrales nucleares actualmente en funcionamiento les expira su licencia de actuación dentro los próximos años, quedando como última la de Trillo que caduca en el 2014.
En base a esas premisas difícilmente se puede decir que el Gobierno tiene una estrategia energética coherente y con visión de futuro, si aun hoy en día no ha despejado un elemento que como vemos tiene un peso específico importante. No se trata de Garoña sí o Garoña no. Se trata de planificar el futuro con o sin energía nuclear.
Las implicaciones son realmente importantes y las decisiones a tomar variaran enormemente una vez se haya despejado esa incógnita. No afrontarlo es seguir la técnica del avestruz, y así difícilmente se apuesta por el futuro.
Jordi Sala Casarramona
Junta CEES