«La reforma fiscal i les desigulatats socials», article d’Eugenio M. Recio

27 d'abril de 2014

publicat per Redacció

Publiquem tot seguit l’article«La reforma fiscal i les desigualtats socials», d’Eugenio M. Recio, professor honorari d’ESADE i vicepresiddent del CEES:

 

LA REFORMA FISCAL Y LAS DESIGUALDADES SOCIALES

 

1.- Introducción

Resulta un tanto sorprendente que en casi todos los comentarios que se están haciendo sobre la propuesta de Reforma Fiscal y en el mismo documento de los expertos, apenas se hable del efecto redistributivo que debería tener la Política Fiscal para corregir las desigualdades, que se están produciendo en nuestra sociedad.

Uno de los principios fundamentales de la Economía Social de Mercado (ESM) es la cohesión social y, como se admite que no está garantizada por el normal funcionamiento de un mercado libre y de competencia, se atribuye al Estado que, precisamente con su Política Fiscal, garantice esa cohesión social recurriendo a medidas redistributivas cuando sea necesario.

Trataré, pues, de exponer en primer lugar cuál es objetivamente  la situación real de desigualdad existente en nuestro país y cuáles son sus causas para sugerir, después, el papel que podría tener la Política Fiscal para corregirla, sin perder de vista la situación en que se encuentra nuestra economía.

2.- Las desigualdades sociales.

La llamada de atención más reciente sobre las desigualdades sociales de nuestro país procede del Informe de la OCDE “Panorama de la sociedad 2014”, publicado el 18 de marzo. En él se advierte que España es el país en el que mayor diferencia de ingresos se ha dado durante la primera parte de la crisis (2007-2010) pues, mientras los ingresos del 10% más rico sólo bajaron un 1,1% anual, en el 10% de los ingresos más bajos la caída fué el 13,7%, lo que supone haber perdido una tercera parte de unas rentas ya de por sí modestas.

La misma tendencia se recoge en el estudio de FOESSA “Desigualdad y Derechos Sociales. Análisis y Perspectivas 2013”, presentado por el Secretario general de Cáritas en las mismas fechas que el anterior. En este trabajo se afirma que desde el 2007, la diferencia entre el 20% más rico y el 20% con menos ingresos ha aumentado un 30%.

Unos días antes, en el mismo mes de marzo, un Informe del FMI afirmaba que España es el país de la UE en el que más se ha agrandado la brecha entre ricos y pobres, pues en 2010 los ingresos medios del decil más rico (el 10% de los que tienen ingresos superiores) eran 13 veces más altos que los del decil más pobre, siendo así que entre los países de la OCDE la media de esa diferencia  es de 9,4 veces.

Y según la “Encuesta de las condiciones de vida” de Eurostat, desde el comienzo de la crisis, España ha pasado de ocupar la 5ª posición en la clasificación comunitaria de la desigualdad a situarse en cabeza.

Con datos más concretos en un  Informe de La Caixa Research, dado a conocer en el INFORME MENSUAL de La Caixa, número 377 del mes de marzo, se  muestra que los hogares con menores rentas, los que están en los percentiles 20 y 60 (en una escala que va del 10, que marca el mínimo de recursos, hasta el 100 al que corresponden los mayores ingresos) en el 2010 habían perdido el 10% de los ingresos que tenían en el 2007 mientras que los que tenían ingresos superiores a partir del percentil 80 experimentaron un aumento  del 2%.

Los datos expuestos se refieren a la renta personal, es decir: a los ingresos recibidos por los hogares sin atender a su origen. Si nos fijamos en la naturaleza de los ingresos, según la Contabilidad Nacional, en el 2009 la renta salarial suponía algo más del 50% de toda la renta del país y en 2013 descendió al 45,6% mientras que en las rentas empresariales ocurrió lo contrario al pasar del 43% al 45%.

Las desigualdades en los distintos tipos de rentas se destacan en los Informes sobre remuneraciones, que elabora el ICSA Grupo en base a una muestra de 80.000 trabajadores. Según el Informe más reciente, entre julio del 2012 y2013 los sueldos del personal de base cayeron un 0,4%, los de los mandos intermedios un 3,18% y los de los directivos aumentaron un 7%.

Esas diferencias se pueden, además, corroborar si se tiene en cuenta que los sueldos de los Consejos de Administración de las empresas del IBEX, después de haber subido un 5% en 2011 y un 7% en 2012 bajaron en 2013 un 8,29% y los de la alta dirección siguieron subiendo un 4,83% en ese último año.

Y ya dentro de la estructura salarial, según el Informe que desde el 2009 publica el INE, en los meses de noviembre, con el título “Decil de salarios del empleo principal”, aparece que en el 2012 las rebajas salariales afectaron, sobre todo, al decil inferior (el 10% de los trabajadores que menos ganan) pues en dicho año su valor cayó un 8,16% en relación al 2011 mientras que en los deciles superiores lo salarios medios mejoraron su nivel. En el año 2012 el salario medio del decil más alto, es decir del décimo, suponía 4.476,20 euros al mes, superando en 10,58 veces a los 423 euros mensuales del salario medio del decil inferior, siendo así que en el año anterior esa diferencia era sólo de 9,65 veces.

A pesar de la heterogeneidad de las estadísticas con que se refiren a estos hechos los diferentes estudios, pensamos que los datos expuestos  permiten concluir que objetivamente han aumentado las desigualdades en nuestro país con el consiguiente grave deterioro de la cohesión social. Aunque, como es natural, puede haber bastante diversidad en valorar las causas que han llevado a esta situación, nos parece conveniente tratar de apuntar algunas de ellas, que son indiscutibles, para estimar las consecuencias sociales a las que pueden llevar y, sobre todo, para diseñar las estrategias para corregirlas.

3. Las causas de las desigualdades apuntadas.

La cronología de los datos muestra claramente que los cambios experimentados en los ingresos de los diferentes grupos sociales es un fenómeno relacionado con la crisis pero, como la crisis es un fenómeno generalizado al que todos estamos expuestos,  interesa precisar por qué esos cambios han afectado más a unos grupos sociales que a otros, es decir: ¿cuales han sido las causas, condicionadas por la crisis, que han provocado tales desigualdades?

 

Entre estas causas  hay unas que están directamente relacionadas con la crisis y otras que, aunque han podido ser agudizadas por ella, se podrían haber dejado sentir también sin crisis.

3.1 Causas directamente relacionadas con la crisis

Entre las causas que han sido provocadas por la crisis pensamos que hay que destacar como la más importante el aumento del paro, que ha afectado sobre todo a los menos cualificados, por el hundimiento del sector de la construcción inmobiliaria. El gran volumen de desempleados generado en este sector ha hecho que proporcionalmente disminuyan de varias maneras los ingresos de los ciudadanos más débiles económicamente.

Por una parte, los ingresos laborales han tenido que ser sustituidos por las prestaciones del Seguro de Desempleo, que logicamente son inferiores a los salarios con que se remunera el trabajo y que, además, se perciben por un tiempo limitado, por lo que la situación se empeora más si, transcurrido ese tiempo, continúa la situación de paro. La necesidad de reducir el gasto público, que provoca la crisis, puede obligar a disminuir las prestaciones por desempleo o de otro tipo, y a que su duración sea todavía más corta, con lo cual se acentúa la precariedad económica de los grupos afectados.

El aumento del paro influye, por tanto, en la caída de los ingresos de esos grupos sociales implicados en la desigualdad y, aunque lleguen a encontrar trabajo de nuevo los ingresos pueden ser inferiores a los que se podían conseguir antes en los mismos puestos de trabajo porque el mercado laboral al encontrarse con mucha oferta y poca demanda, por el mecanismo de la determinación de los precios, permitirá que se ofrezcan unas retribuciones más bajas que en las condiciones normales.

La crisis ha obligado también a reformas laborales que, entre otras cosas, han favorecido la flexibilidad en las condiciones de trabajo: contratación, desvinculación de convenios colectivos, políticas salariales, cambios en los puestos de trabajo, etc. con lo cual se pretende favorecer la creación de empleo, teniendo en cuenta las complicadas situaciones en las que se pueden encontrar las empresas por razón de la crisis, aunque con el consiguiente deterioro de las relaciones laborales.

Una manifestación de esos cambios aparece, por ejemplo, en el recorte de la duración de la jornada con la consiguiente reducción del salario, lo cual ocurre sobre todo en los servicios: hostelería, comercio y actividades administrativas y afecta especialmente a mujeres, a jóvenes de ambos sexos y a personal poco cualificado. A pesar de todo, esta modalidad de la jornada reducida sigue siendo menos frecuente en España que en otros países de la UE, en los que por motivos familiares o por otras razones son los mismos operarios los que en situaciones normales desean esa forma de contratación, aunque también en esos países se ha acentuado esa forma de contratación con motivo de la crisis.

3.2 Otras causas no necesariamente debidas a la crisis.

Aunque la crisis ha hecho más necesario el recurso a la llamada “devaluación interna”, hay que tener en cuenta que se trata de una medida conveniente para mejorar la competitividad en un mercado globalizado, cuando por pertenecer a una Unión Monetaria no puede un país por su cuenta recurrir a la devaluación de su moneda, como con tanta frecuencia ocurría cuando disponíamos de nuestra propia moneda.

La “devaluación interna” consiste en reducir los costes de producción para ser más competitivos en el mercado mundial y esto se puede conseguir de un modo bastante directo disminuyendo los costes laborales. Aunque en estos costes hay diversos elementos el más importante es la remuneración de la mano de obra y para ello se pueden aplicar diversas estrategias. La que corresponde al tema de las desigualdades, que es el objeto de estos comentarios, supone que se recortan los salarios con mayor intensidad, sobre todo en los niveles más bajos de su estructura. A esta orientación corresponde la propuesta que hizo el Circulo de Empresarios, en septiembre del 2013, de que se estudiara una rebaja del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que estaba en 645,50 euros al mes, mientras el beneficio de las empresas había crecido un 32% en el primer semestre de ese año.

 La injusticia que estos comportamientos  supone se puede tratar de encubrir en cuanto las mejoras que, al mismo tiempo, se pueden ofrecer a los ingresos de los niveles superiores del personal, los llamados “bonos”, tienen un carácter variable y por eso no figuran como “costes” que gravan la competitividad sino como reparto de los beneficios resultantes de las ventas ya realizadas. Pero es que, además, la crisis puede estimular esta estrategia en cuanto se trataría de compensar a los directivos por el éxito conseguido en los mercados más competitivos. A pesar de todo no nos parece que resulte justificada esa desigualdad de trato que tan perniciosa resulta para la justicia y cohesión social y hay que tener en cuenta que la moderación salarial que continuamente está recomendado la Comisión Europea no se refiere sólo a los salarios más bajos sino al conjunto de sueldos que directa o

indirectamente influyen en el nivel de los precios.

 

4.-La Política Fiscal y la redistribución de la renta.

Expuesta la situación de desigualdades sociales, que se están acentuando en nuestro país, y las causas principales que las provocan, vamos a indicar brevemente el papel que, dentro del marco de la ESM,  podría jugar la Política Fiscal para corregirlas.

Como ya hemos expuesto en otra colaboración, publicada en esta misma web, en julio del 2013, con el título “La desigualdad en la distribución de la renta y la ESM”, para corregir las desigualdades sociales y conseguir una mayor justicia social la ESM propone buscar un compromiso entre los dos indicadores fundamentales de la justicia en la distribución de la renta: la justicia en el rendimiento y la justicia en la satisfacción de las necesidades. Para recompensar justamente lo que rinde cada ciudadano, o sea para la distribución primaria, se considera que el mecanismo más adecuado es acercarse lo más posible a un mercado libre y competitivo a pesar de las dificultades que esto tiene por la naturaleza del mercado laboral. Pero, como así no se garantiza la justicia en la satisfacción de las necesidades, se necesita una distribución secundaria, mediante un sistema diferenciado de impuestos y transferencias públicas que, en el caso de la ESM, ha de tener en cuenta  el principio de “la conformidad con el mercado”, que limita la acción del Estado a redistribuir sólo el auténtico valor, que es el que se produce en el mercado.

4.1 Los impuestos directos y la política distributiva

Los planteamientos de la ESM sobre la función redistributiva del sistema fiscal se fijan especialmente en los impuestos directos pero, como éstos no pueden proporcionar todos los recursos que necesita un Estado para cumplir sus funciones por lo que en la Politica Fiscal se utilizan también impuestos indirectos, se considera importante tomar en consideración las consecuencias  en la politica redistributiva de estos impuestos.

El impuesto sobre la renta (IRPF) es un impuesto directo que se sitúa  inmediatamente en el proceso de la formación de la renta y, si se aplica de un modo progresivo, puede suponer una reducción de la desigualdad entre las rentas de la distribución primaria.

Sin embargo, para que ésto ocurra mediante este impuesto se han de cumplir unas condiciones que relacionen la tasa impositiva con la evolución de las rentas y de los precios, condiciones que, por motivos fiscales, son difíciles de aplicar oportunamente, lo cual puede tener consecuencias negativas para las rentas medianas y bajas Por esto y otros motivos, cuya explicación nos alargaría excesivamente, para conseguir la distribución secundaria se complementa la compleja acción del IRPF con una adecuada adaptación de los cotizaciones de los trabajadores a la SS y con diversos tipos de transferencias como ayudas para los hijos, para la vivienda, complementos a la retribución  de ciertos puestos de trabajo y un nivel conveniente de las prestaciones por desempleo y otros tipos de ayudas sociales.

4.2 Los impuestos indirectos y la política distributiva

Aunque por razones empíricas y de método resulta muy difícil calcular con cierta exactitud la carga que pueden suponer los impuestos indirectos, especialmente el IVA, parece claro que tendencialmente tienen un efecto regresivo en la disponibilidad de la renta, de manera que a medida que las rentas son más elevadas disminuye porcentualmente la carga de este impuesto. La razón es clara: los sectores con rentas más bajas (trabajadores poco cualificados o con jornadas a tiempo parcial, parados de larga duración, ciertos pensionistas, etc) tienen que gastar una mayor parte de su renta  en las necesidades vitales por lo que  tienen una elevada propensión marginal al consumo. Consiguientemente estos grupos sociales son, por lo general,  los más afectados por la imposición indirecta aunque haya diversidad de tarifas impositivas según la importancia de los bienes a los que se aplican los impuestos.

5.- Conclusión

La atención a esta función redistributiva de la Política Fiscal es lo que logicamente echamos de menos en la propuesta de la reforma de nuestra fiscalidad, dadas las desigualdades, que hemos visto, se están produciendo en nuestro país. Y lo que es más grave, algunas de sus recomendaciones no solamente no contribuirán a corregir la injusticia de la desigualdad ya existente sino que, por lo que brevemente acabamos de exponer sobre los impuestos indirectos, podrían incluso agravarla.  

 

Eugenio M. Recio

Profesor honorario de ESADE

Colaborador del CEES

 

 

 


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