“Las subvenciones y la Economía Social de Mercado”, d’Eugenio M. Recio

31 de gener de 2011

publicat per Redaccio

Publiquem tot seguit l’article Las subvenciones y la Economía Social de Mercado, d’Eugenio M. Recio, professor honorari d’ESADE (Universitat Ramon Llull) i col·laborador del CEES:

LAS SUBVENCIONES Y LA ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO

Actualidad del tema de las subvenciones y sus posibles enseñanzas.

La crisis ha fomentado, de diversas maneras, el recurso a las subvenciones públicas y por ello nos ofrece la oportunidad, o incluso nos obliga, a reflexionar sobre este instrumento de política económica de tan frecuente aplicación no sólo en situaciones de excepción, sino también en condiciones normales. Pensamos que en estos momentos el tema merece particular atención en nuestro país porque a la tradición inveterada del intervencionismo económico, se añade la necesidad de modificar nuestro sistema productivo, por lo que existe el peligro de abusar de este instrumento con las consecuencias negativas y contraproducentes que puede tener, como lo demuestran diversas experiencias.

Para los países que deben orientar su política económica según los principios de la Economía Social de Mercado (ESM) existe, además, el no despreciable motivo de que sólo se debe recurrir a este instrumento en situaciones excepcionales porque, como vamos a ver, su uso puede ir contra la esencia del sistema. Es una buena ocasión, por tanto, para precisar con hechos concretos cómo se determinan las funciones propias del Mercado y del Estado en la ESM. Esto es especialmente importante en unos tiempos en los que por la crisis tanto se ha criticado, y no sin razón la actuación de los Mercados y se tiende a atribuir al Estado unas funciones y unas ventajas, que exceden con mucho sus capacidades.

Como el concepto de subvención es muy complejo, en cuanto a su naturaleza y sus fines, pues puede comprender bonificaciones de impuestos o ayudas financieras directas y cualquiera de esas actuaciones se pueden orientar a objetivos tan diversos como estimular el crecimiento demográfico (el cheque bebe); prolongar la vida laboral (exención de las cotizaciones sociales a partir de los 65 años); utilizar el transporte público (abonos para determinados ciudadanos); facilitar trámites administrativos (comunicación on line) y las variadísimas formas de influir en la actividad empresarial, queremos dejar claro que nuestros comentarios se refieren a este último tipo de subvenciones, es decir, a las desgravaciones fiscales o a las ayudas financieras que se conceden a determinadas empresas para determinar los bienes que ha de producir, para favorecer su desarrollo, su localización, su política de recursos humanos, los canales de distribución, etc.

Incompatibilidad de algunas subvenciones con la ESM

Teniendo en cuenta que en la ESM se defiende que el libre Mercado de competencia es el mecanismo adecuado para el ejercicio de la libertad y responsabilidad y el estímulo para la innovación y el progreso, la intromisión del Estado en la actividad empresarial tratando de influir, a través de las subvenciones, en cualquiera de sus decisiones resulta claramente incompatible con el sistema. En la ESM está vigente el principio de que no es el Estado el que ha de decidir sino cada ciudadano por sí mismo. El interés propio, los deseos y las necesidades conducen a una demanda individual de bienes y servicios. De una libre oferta y de una libre demanda surge en un Mercado de competencia el precio de los productos. Y con este mecanismo se llega también a las innovaciones y a los nuevos productos. Este modelo no excluye lógicamente el que haya empresarios individuales que quieran aprovecharse de las ventajas que les pueda ofrecer un Estado subvencionador, como, sin ir más lejos, ha quedado de manifiesto recientemente en las protestas de los concesionarios de automóviles al terminarse el plazo para las ayudas que se concedieron para que no cayera la compra de coches por la crisis.

En la ESM el Estado tiene que establecer el marco adecuado para que funcione un libre Mercado de competencia, ha de favorecer la existencia de la competencia, evitando que haya empresas que por su dimensión puedan dominar el Mercado de determinados productos y ha de vigilar el cumplimiento de las reglas con las que se pretende evitar los fallos que indiscutiblemente se darían si no existiera esa instancia ajena al Mercado. Pero, al mismo tiempo, se prescribe que el Estado no debe interferir en el funcionamiento del Mercado tratando de influir en las decisiones de los productores y consumidores privados, porque por su naturaleza el Estado no tiene los resortes con que operan los particulares, que disfrutan de su éxito si acertaron en sus planes y soportan responsablemente las pérdidas de sus fracasos. Las subvenciones son, pues, un buen ejemplo para clarificar esas diferencias: se gasta el dinero de otros, pues el Estado consigue sus recursos con las aportaciones de los contribuyentes, y si fracasaran sus apuestas, pongamos por ejemplo, por el coche eléctrico, el Estado no sufriría sus consecuencias, como le ocurriría al empresario privado. Por otra parte hay que tener en cuenta que en la actividad económica también puede haber fallos del Estado como los hay en el Mercado. Puede haber arbitrariedades en la disposición sobre los recursos presupuestarios en función de las mayorías parlamentarias; lógicamente el partido que está en el poder fija su atención en los resultados a corto plazo, que es lo que dura una legislatura, y sus decisiones fácilmente están condicionadas por intereses ajenos a lo que podría suponer querer complacer a potenciales consumidores. La experiencia de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para el 2011 es bastante ilustrativa de la confianza que se puede tener en la actuación económica de un Gobierno democrático.

La no interferencia del Estado en la actividad propia de las empresas que propone la ESM no debe hacer olvidar, sin embargo, que hay sectores en los que no puede funcionar correctamente un Mercado de competencia por razones naturales, técnicas o de otro tipo, como ocurre actualmente con la energía, en alguna manera con el transporte y claramente con la agricultura y, por tanto, en estos casos no se podría aplicar la crítica que proponemos al sistema de subvenciones. Con mayor razón hay que tener en cuenta esa reserva respecto a actividades económicas que son claramente competencia del Estado como las infraestructuras y la defensa del medio ambiente y, en estos casos, no habría que rechazar por incompatibles con el sistema las subvenciones con que pretendiera el Estado conseguir la colaboración de la iniciativa privada en sus estrategias.

Consecuencias prácticas de la aplicación de los principios de la ESM a la política de subvenciones

Con las matizaciones indicadas, se pueden resumir las razones por las que algunas subvenciones son incompatibles con la ESM en cuanto impiden optimizar los recursos fundamentales como el trabajo y el capital. El Estado quita dinero a unos ciudadanos para dárselo a otros pero ¿quién garantiza que lo que fomenta el Estado es lo mejor? Más bien la experiencia muestra lo contrario en cuanto las subvenciones con frecuencia frenan el crecimiento económico y destruyen puestos de trabajo y bienestar. Cuestan mucho dinero, que deja de estar a la libre disposición de los contribuyentes porque lo gasta el Estado y por eso una valiente y sostenida reducción o eliminación de subvenciones liberaría fuerzas cautivas del Mercado y mejoraría el bienestar de todos, además se conseguirían nuevos espacios financieros para seguir reduciendo el déficit público y supondrían nuevas oportunidades para desgravar a la ciudadanía y a las empresas de la carga tributaria.

Para fundamentar con objetividad estas conclusiones la asociación alemana “Iniciativa para una Nueva ESM” (INSM) encargó hacer una investigación al Instituto para la Economía Mundial en la Universidad Kiel (IfW) que permitiera conocer el volumen actual de las subvenciones en Alemania y la conveniencia de reducirlo con el fin de recobrar el dinamismo de la economía según los principios de la ESM y garantizar el correspondiente aumento del bienestar. El estudio publicado con el título “Subventionsabbau in Deutschland” (Eliminación de las subvenciones en Alemania) se puede localizar en internet con la dirección www.insm.de/Studien . Según sus cálculos en el año 2010 las subvenciones supusieron en Alemania un total de 163,6 millardos de euros y, después de detallar los distintos tipos de subvenciones que concedió primero el Gobierno de la Gran coalición de CDU y SPD (2005-2009) y actualmente la coalición de CDU y FDP, expone un listado de 10 argumentos para justificar la conveniencia de la eliminación de muchas de estas subvenciones.

La amenaza del abuso de las subvenciones en nuestra política económica.

Como decimos al principio, en nuestro país estamos expuestos a abusar de las subvenciones para conseguir una estructura de nuestro sistema productivo más acorde con las exigencias de los nuevos tiempos.

En el Informe Económico del Presidente del Gobierno sobre el año 2010, que fué presentado el 11 de enero, se habla de las políticas del Gobierno para dar un mayor impulso a la competitividad. Con este fin se definió a finales del 2009 una “Estrrategia de Economía Sostenible”(EES), que tendría su principal apoyo en la todavía no aprobada “Ley de la Economía Sostenible” (LES). Y entre las tres reformas que se consideran básicas en el referido Informe, la segunda es un “Plan Integral de Política Industrial”, en el que se propone un “Plan de crecimiento empresarial” para apoyar a las empresas “con gran potencial de crecimiento facilitándoles tanto asesoramiento para elaborar una estrategia de expansión como financiación suficiente para desarrollarla”.

Aunque estas afirmaciones, lo mismo que algunas expresiones del Anteproyecto de la LES, podrían sugerir que se pretende utilizar el instrumento de las subvenciones olvidandose de los principios de la ESM, de manera que el Estado asumiría la función de dirigir la economía, estableciendo los sectores que han de conformar la nueva estructura productiva y desplazando, por tanto, al mercado y a los ciudadanos y. como algunos han sugerido, volviendo a la planificación indicativa del franquismo, el Presidente del Gobierno evitó, en teoría, la ambigüedad del Anteproyecto al afirmar en el discurso en el que presentó el proyecto de la LES (Palacio Municipal de Congresos de Madrid, 22 nov.2009) que el sistema que propone la LES se enmarcará “en la ESM, con reglas claras, no con una economía de casino“. Las referencias que hemos hecho del Informe Económico no parecen estar de acuerdo con esta afirmación por lo que una vez más nos podemos encontrar con esa ambigüedad a la que nos tiene tan acostumbrados el Gobierno y eso justificaría nuestro temor de que se siga abusando del instrumento de las subvenciones.

Eugenio M. Recio
Profesor honorario de ESADE
Colaborador del CEES

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