Responsabilidad de nuestro modelo económico en la crisis de nuestro país

16 de novembre de 2009

publicat per Redaccio

Els presentem la conferència que el doctor Eugenio Recio ens va oferir el passat dia 19 de maig a les jornades “Economia de Mercat, Ètica i Justícia Social en temps de crisi“, que va organitzar el CEES al Col·legi Oficial d’Agents Comercials de Barcelona.

Responsabilidad de nuestro modelo económico en la crisis de nuestro país y sus reformas para el futuro

Que la crisis actual ha planteado un debate sistémico es indiscutible, como expresamente han reconocido las reuniones del G20 de Washington y Londres y las que sirvieron para su preparación como la reunión de los 27 países de la UE el 7 de noviembre para preparar la Cumbre de Washington y las del 22 de febrero y 20 y 21 de marzo para preparar la de Londres. Lo que, sin embargo no es tan claro, es que verdaderamente se consiga un cambio real del sistema socioeconómico que sea coherente con la globalización.

Naturalmente el modelo que es objeto de la discusión es el capitalismo liberal norteamericano, que con perdón de Samuelson, de Krugman y de otros renombrados economistas americanos, no es el único vigente en el mundo desarrollado.

La falta de interés por lo que se hace fuera de sus fronteras en otros campos distintos del rearme nuclear o del desafío climático, explica que pocos economistas norteamericanos recuerden que después de la Segunda Guerra Mundial algunos economistas de la Alemania ocupada diseñaran un sistema socioeconómico, distinto de los hasta entonces conocidos como el mercado liberal o la planificación totalitaria, y que salió adelante a pesar de la oposición o incomprensión de las fuerzas de ocupación principalmente norteamericanas. Me refiero al modelo de la ESM, que sigue vigente en la actualidad después de superar dificultades de diversa naturaleza a lo largo de sesenta años y de contar en su haber éxitos tan llamativos como el del llamado “milagro alemán”.

Como luego veremos, el sistema no ha quedado circunscrito a las fronteras alemanas, pues inspiró los principios económicos del TUE y en el malogrado proyecto de Constitución, en el art. I-3 párrafo tercero se decía literalmente: «La Unión obrará en pro del desarrollo sostenible de Europa, basado en un crecimiento económico equilibrado y en la estabilidad de precios, en una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo y al progreso social…» Para operativizar algunos de los principios básicos de la economía comunitaria se creó un instrumento tan original y controvertido como el llamado PEC, es un indicador más de las diferencias en la cultura económica norteamericana y europea.

Nuestro país, como miembro de la UE e incluso de la eurozona, se debe regir teóricamente por este modelo, aunque parezca que no siempre se tiene plena conciencia de ello, y por eso, para analizar la responsabilidad de nuestro modelo económico en la crisis de nuestro país, nos parece oportuno en la primera parte de nuestra exposición resumir las conclusiones de los análisis que han hecho los alemanes al preguntarse si les ha fallado la ESM al permitir que Alemania haya sido uno de los países europeos en los que la crisis financiera ha tenido más impacto. Esta información nos ayudará a estudiar en una segunda parte el grado de responsabilidad que ha podido tener nuestro modelo económico en la crisis que sufrimos y cómo se tendría que reformar, si fuera necesario, para evitar los riesgos y aprovecharse de los beneficios de la globalización. Por lo dicho hasta aquí supongo que quedará claro que al hablar de “Modelo económico” nos referimos al sistema de ordenación de la actividad económica general y, por tanto, no hemos de confundirlo con el modelo productivo del que hoy, y con razón, tanto se habla utilizando también el término “Modelo económico” aunque se trata sólo de un aspecto más particular de lo que nosotros llamamos “Modelo o Sistema económico”.

Diversas instituciones alemanas como el Banco Federal (BB), la Fundación Adenauer y el grupo formado y dirigido por el antiguo presidente del BB, Hans Tietmeyer, llamado Iniciativa para una Nueva ESM (INSM) se han preocupado de estudiar si la ESM ha fracasado frente a la crisis global. Nos ha parecido sin embargo, que para presentar de un modo resumido sus principales conclusiones puede ser más ilustrativo que enumerar algunos de esos trabajos, recoger los testimonios de personas relevantes de la vida política y económica, comenzando por el presidente federal de la República, Horst Köhler. Tienen también declaraciones significativas sobre nuestro tema el presidente de la Asociación federal de Bancos alemanes, Klaus-Peter Müller; el presidente de la Confederación federal de Asociaciones de Empresarios alemanes (BDA) Dieter Hundt; el presidente de la Confederación federal de la Industria alemana (BDI) Hans-Peter Keitel y el empresario y copresidente del Club de Roma, cofundador y vicepresidente del Centro de Wittenberg para una Ética global, Eberhard von Koerber.

En una conferencia pronunciada el 24 de marzo de este año en Berlín con el título “Credibilidad de la Libertad” el antiguo director del FMI, Dr. Köhler, expuso con detalle y fuerte sentido crítico su posición ante la crisis financiera actual, afirmando que al tomar posesión del cargo en el FMI en el año 2000 empezó a preocuparle dicha crisis, pues pudo comprobar la libertad ilimitada de los mercados financieros. «Ahora experimentamos -son palabras textuales- que el mercado solo no basta. Se necesita un fuerte estado que imponga reglas al mercado y se preocupe de su cumplimiento.» Y por lo que se refiere a nuestro tema, después de afirmar que los bancos alemanes en la gestión del riesgo perdieron la perspectiva y una visión amplia, dice: «Por eso, la crisis confirma ciertamente el valor de la ESM. Pues es algo más que un orden económico. Es un orden de valores. Una libertad y responsabilidad en provecho de todos. Contra esta cultura se ha chocado. Descubramos de nuevo el rendimiento cultural de la ESM».

Con la misma prioritaria orientación hacia el futuro que el discurso del presidente de la República se han expresado también los presidentes de las tres confederaciones de Empresarios mencionadas anteriormente.

Klaus-Peter Müller ha publicado en el mes de marzo de este año, en un serie de trabajos sobre la crisis de la Fundación Konrad Adenauer agrupados bajo el lema Análisis y argumentos, un trabajo titulado “Enseñanzas de la crisis financiera: ¿ha pasado de moda la ESM?”. Partiendo de la idea del debate sistémico provocado por la crisis, el autor considera que para poner las bases de un nuevo orden financiero internacional, se han de analizar en lo posible las causas y el trasfondo de la crisis y las dificultades para configurar un nuevo orden, teniendo en cuenta que la experiencia de Bretton Woods nos enseña que los efectos a largo plazo de una nueva ordenación internacional del mercado financiero sólo se pueden prever en una medida muy limitada.

Desarrolladas estas consideraciones de una forma bastante convincente, al llegar al tema de la posible configuración del nuevo orden, después de admitir que la crisis financiera ha fortalecido a los críticos del mercado aumentando las voces en favor de una mayor presencia del estado en la economía, afirma expresamente: «Pero la crisis financiera y la recesión mundial tampoco son hoy argumentos contra la ESM pues es el sistema en el que se puede conseguir más eficiencia en la producción y distribución de bienes escasos… Por eso, la crisis financiera y económica no plantea la cuestión sobre este sistema, pues es claro que una economía de mercado que funcione necesita de un estado fuerte, que establezca las reglas y vigile su ejecución, asegure la libertad de contratos y la propiedad privada, mantenga abiertos los mercados y exija responsabilidad. La economía de mercado encuentra aceptación por parte de la sociedad solamente cuando todos participan del aumento del bienestar que proporciona y no se quebranta lo que se considera justo. Y estas exigencias en la actuación del Estado, tomadas en su conjunto son las que incluye el concepto de la ESM».

Explica después que en la concepción de los fundadores de la ESM no se excluía la dimensión internacional pero concluye que, ante las experiencias de las dificultades encontradas en la UE, no sería realista pensar en una ordenación económica global con una organización internacional y con instituciones supranacionales. Sin embargo, piensa que sus principios podrían ayudar para configurar una economía que facilite el “bienestar para todos” y un nuevo sistema financiero que siga siendo innovador pero mucho más estable que el vigente. Para su realización, reconoce que parte de unas expectativas más bien modestas, al contentarse con proponer que se intente conseguir una coordinación en la que se establezcan reglas internacionales que permitan combatir anticipadamente las actuaciones en los mercados financieros que pudieran suponer riesgos colectivos. Con esta finalidad se necesitaría un sistema de alarmas y una mejor gestión internacional, que a juicio del autor podrían realizar el FMI y el FEF (Fondo de Estabilidad Financiera), si los funcionarios del primero estuvieran dispuestos a dar más importancia a las recomendaciones del FEF de lo que han hecho hasta ahora, haciendo de la estabilidad financiera un objetivo común.

Con el título “Caminos para salir de la crisis” el Dr. Dieter Hundt pronunció en Berlin el 4 de noviembre del 2008 una conferencia en la reunión anual de Empresarios. En la introducción a su conferencia, el Dr. Hundt insiste en la gravedad de la crisis financiera que, sin tener su origen en Alemania, ha afectado con “creciente intensidad y rapidez” a su economía a pesar de estar mejor situada que la de muchos competidores internacionales. La tarea prioritaria de la política ha de ser restaurar la confianza en los mercados porque es la base de un modelo basado en la competencia, responsabilidad y solidaridad. Reconoce que la crisis financiera global ha aumentado la pérdida de confianza en la ESM que han venido manifestando los ciudadanos desde hace tiempo y, en una transcripción literal, añade: «Estamos en los comienzos de un nuevo debate del sistema de la política de la sociedad y de la economía. Y nosotros los empresarios debemos conducir y conduciremos este debate sistémico con iniciativas. La ESM en el mejor sentido de una ordenación liberal, exige un claro marco ordenador. ESM presupone un Estado fuerte, que pueda poner un orden y que sea capaz de actuar».

A continuación, el presidente de los empresarios alemanes analiza las medidas de los paquetes coyunturales aprobados por la Gran Coalición, recomendando la austeridad en el gasto público para no perder de vista la exigencia de la consolidación presupuestaria. Matiza el riesgo de la tendencia hacia una economía estatal y, después de advertir que algunos de estos errores pueden debilitar la confianza en la ESM, ya que por ser un sistema que se basa en la credibilidad y fiabilidad debe ser atractiva y convincente para ganarse a las personas por sí y no por imposición ajena, termina la conferencia con el siguiente párrafo:

«La ESM celebró en el 2008 su sexagésimo aniversario. No tengo la menor duda de que aparecerá de nuevo como la ordenación económica con capacidad de resistencia, anclada en el futuro y la mejor posible en una sociedad libre. Libertad y responsabilidad van juntas. Y cada crisis tiene también, donde hay una ordenación estable, su fuerza purificadora. Trabajemos juntos por el futuro de la ESM, por una mejor capacidad de competencia, por un crecimiento mayor y por más empleo en nuestro país.»

El Dr. Hans-Peter Keitel pronunció una conferencia en el Congreso de la Asociación de la Economía de Baviera (VBW) en Munich, el 18 de diciembre del 2008, a la que puso por título “Crisis financiera ¿ha fallado la Economía de Mercado” y en ella expuso por qué y cómo los principios de la ESM podían ayudar a superar con éxito la actual caída del rendimiento de la economía.

El Dr. Keitel que pronunció la conferencia mencionada en vísperas de pasar a ocupar la presidencia de la Confederación de la que todavía era vicepresidente, quiso manifestar que era muy consciente de la responsabilidad que asumía, describiendo entre las consecuencias de la crisis la pérdida de confianza en el orden societario y económico vigente y la añoranza del socialismo que reflejaban algunas encuestas, y por eso afirma proponerse en su nuevo mandato hacer caer en la cuenta de los valores del propio sistema. Reconoce que en el debate sistémico planteado por la crisis se trata fundamentalmente de la relación entre mercado y estado y que la solución que se proponga orientará el futuro de la economía y de la sociedad. Después de resumir los criterios con los que quiere tomar parte en el debate afirma: «Yo estoy a favor de nuestra ESM como comunidad de valores y recuerda a sus predecesores en el cargo para los que la ESM fue y es línea directriz…la han defendido apasionadamente y eso haré también yo».

Repasa a continuación algunas de las medidas que se han ido proponiendo en Alemania para hacer frente a la crisis, valorándolas con sentido crítico a partir de algunos principios y valores que menciona expresamente: subsidiariedad, sostenibilidad, libertad responsable, éxito económico y responsabilidad social para concluir afirmando que «la gran aportación de la ESM ha sido que ha encarrilado al capitalismo por sus debidos cauces, que ha situado la aspiración al beneficio al servicio de la utilidad común y que ha reconciliado, por tanto, la propia utilidad con la de toda la sociedad». Y añade «Yo me declaro a favor de la afirmación de que la finalidad de la economía no está en la misma economía sino en su contribución humana y societaria. Por eso el mercado es un instrumento regulador, no un fin en sí mismo. Al mismo tiempo, el estado debe establecer las condiciones marco que impidan el abuso y mantengan la competencia. En la competencia se encuentra también una dimensión social pues evita posiciones dominantes de mercado, reduce los beneficios, premia la dedicación empresarial y el espíritu innovador y ofrece oportunidades. Solidaridad es una cara de la medalla pero necesita resultados. Debemos prestar atención para ver quién ha cocinado el pastel, del que cada uno quiere apropiarse una parte. Y, sobretodo, cómo podemos situar a más personas para que puedan cocinar ese pastel».

La conferencia termina reconociendo que «en la ESM tenemos a nuestra disposición un poderoso modelo, y no hay ningún motivo para cuestionarlo, aunque sí para evitar abusos y desarrollos equivocados… Si se consigue el equilibrio entre estado y mercado y las élites promueven valores, entonces no necesitaremos inquietarnos por la ESM».

60 años de la ESM -fortalecer la aceptación y la confianza” es el título de la conferencia, que convocada por la Confederación de Asociaciones Empresariales del Saarland (VSU), pronunció el 22 de octubre del 2008 Eberhard von Koerber en el Palacio de Saarbrücken.

Aunque, según dijo al comenzar su exposición, la invitación para hablar sobre el tema referido, en la reunión de empresarios del Saar, la había aceptado desde hacia varios meses, cuando todavía no se sospechaba que la crisis de las subprime, se iba a extender con gran velocidad hacia una crisis financiera global muy peligrosa, piensa que la situación planteada ha dado una actualidad impensable al tema de la aceptación y confianza en relación con la ESM, pues a todos interesa saber cómo será la economía del futuro. Por eso se propone resumir en cuatro tesis las consecuencias de la crisis para la ESM en Alemania y la contribución que este modelo puede aportar en la discusión sobre una futura ordenación global financiera y económica.

A los planteamientos de los autores que hemos expuesto anteriormente añade una importante consideración, deteniéndose más en el análisis sobre la responsabilidad de la ESM frente a la crisis. Por eso, en la primera tesis intenta probar que la crisis no representa ninguna acusación en el sentido de un fallo sistémico y substancial de la ESM. Para von Koerber, el fracaso se debe a las estimaciones erróneas de muchos agentes económicos, de la política y de las instituciones reguladoras. Bancos alemanes, sobre todo públicos, han caído en falsas maniobras especulativas. Los políticos americanos no han hecho uso de sus derechos de vigilancia y regulación. Los Comités de vigilancia han dejado pasar sueldos y bonos como estímulos a corto plazo. Las PYMES, con su orientación a largo plazo y a los valores, son la garantía para la ESM, que es un modelo de éxito basado en la competitividad, en la paz social y en el respeto a los valores y reglas que, al evitar extremismos, asegura la fuerza innovadora y la capacidad para competir, lo cual no implica que no haya que adaptar este sistema a las nuevas circunstancias, corrigiendo sus posibles fallos en las áreas educativa, de formación y de salud.

En las siguientes tesis no hay aportaciones muy diferentes de las propuestas por los autores anteriores. En la segunda, afirma que el estado sigue siendo necesario en cuanto es el que ha de establecer un marco consistente para la ordenación de la actividad sin derivar hacia un nuevo capitalismo estatal. Erhard trató de encontrar la adecuada medida para la actuación del estado y del mercado y por eso la ESM tiene más vigencia que nunca. La tercera tesis trata, por lo demás, de recuperar la aceptación del mercado, cuya imagen ha sido dañada especialmente por la crisis y para ello en su última tesis intenta hacer caer en la cuenta a empresarios y directivos de empresas de la responsabilidad de su ejemplaridad pública para crear de nuevo más confianza y aceptación de la ESM, como han hecho muchos empresarios de empresas familiares en los sesenta años de su vigencia. Y termina su conferencia con el siguiente párrafo que transcribimos al pie de la letra: «En una sociedad libre con una ESM todos deben colaborar con su proceder individual y plenamente responsable: nuestra sociedad no está constituida solamente por leyes y prohibiciones, sino también por los deberes ciudadanos y la responsabilidad personal. Cuanto más disponga uno de conocimientos y de poder, mayor será su responsabilidad».

Por la relevancia social y económica de las personas cuyos testimonios hemos recogido, pensamos que no es necesario alargarnos más informando de otros estudios sobre el mismo tema y por eso pasamos ya a analizar si la crisis de nuestro país, en su doble dimensión nacional e internacional, se debe a que en la aplicación del modelo económico, que según el TUE está inspirado en la ESM alemana, se han cometido fallos parecidos a los que los autores referidos han analizado en el país que lo diseñó a pesar de lo cual el sistema ha mantenido su vigencia hasta ahora, o si lo que ha ocurrido es que entre nosotros no se han tenido muy en cuenta sus principios y, por tanto, podríamos asegurarnos un futuro más estable y exitoso si de verdad pusiéramos en práctica las obligaciones contraídas al integrarnos en la eurozona.

En la Constitución Española no se puede decir que esté definido propiamente un modelo económico, porque aunque en el art. 38 «se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado» y se admite que «los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad», se añade que «de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación» lo cual implica que no hay una inequívoca decisión por la economía de mercado. En los arts. 40 y 51 se precisan más unas competencias del estado que son compatibles con el funcionamiento del mercado, pero en el art. 131 se especifica que «el estado, mediante ley, podrá planificar la actividad económica general» con lo cual, como decimos, no se puede hablar de que en nuestro país exista un modelo económico bien definido.

La situación debería haber cambiado por nuestra integración en la UE, pues en el Tratado de Maastricht sí que se proponen los principios de un sistema que, sin mencionarlo expresamente, corresponde a la ESM, como reconoció el Consejo del BB al examinar las propuestas que se iban a debatir en Maastricht. En el Informe del BB de septiembre de 1990 se dice expresamente que «las recomendaciones que ha hecho el BB sobre las cuestiones y problemas más importantes, han sido introducidas por el Gobierno alemán en las decisiones políticas que se han tomado y aparecen en los puntos más importantes del TUE». En este sentido podemos considerar como especialmente significativo el art. 2 en el que se afirma que la Comunidad pretende «un desarrollo armonioso y equilibrado de las actividades económicas… un crecimiento sostenible y no inflacionista… un alto nivel de empleo y de protección social». Y como instrumentos para la realización de estos objetivos en el art. 3 A, además de la «coordinación de las políticas económicas de los estados miembros» se propone expresamente que las políticas monetaria y de tipo de cambio comunitarias tengan como objetivo prioritario «mantener la estabilidad de los precios, respetando los siguientes principios rectores: precios estables, finanzas públicas y condiciones monetarias sólidas y balanza de pagos estable» y todo ello «de conformidad con los principios de una economía de mercado abierta y de libre competencia».

Como éste sería en teoría el modelo económico del que nos podemos preguntar si ha sido beneficioso o perjudicial para hacer frente a la crisis desde nuestro país, vamos a tenerlo en cuenta reconociendo que, aunque su vigencia presente como orientador de nuestra política económica es bastante dudosa, nos interesa sobre todo poner nuestra atención en lo que podría aportar como sistema ideal para afrontar el futuro y por eso se debería tener muy en cuenta en las medidas que se están tomando para superar la crisis..

Como en la crisis presente hay un factor externo a nuestra economía, que es la crisis financiera global en la que lógicamente no ha podido influir nuestro Modelo nacional, para analizar si el comportamiento de este modelo ha sido o no el adecuado, hemos de fijarnos principalmente en las características de nuestra crisis local sin perjuicio de que después tengamos también en cuenta su interrelación con la globalización..

Desde un punto de vista práctico, la crisis local de la economía española tiene sus orígenes en el agotamiento del boom inmobiliario y en el excesivo endeudamiento de las familias y empresas. Para poder valorar la responsabilidad del funcionamiento del mercado en este proceso, hay que tener en cuenta que lo esencial del mecanismo del mercado es el ejercicio de la libertad de los ciudadanos como demandantes de los bienes que quieren consumir o como emprendedores dispuestos a ofrecer los bienes de los que quieren disponer los que tienen los recursos necesarios para adquirirlos al precio libremente formado en el mercado. Dentro de las características naturales de las viviendas como objeto de las transacciones del mercado, en nuestro país no se ha dado ninguna restricción a la competencia e incluso han podido tomar parte en el mercado, sobre todo como demandantes, ciudadanos extranjeros. La única objeción que se podría plantear en esta materia al funcionamiento del mercado es que ha permitido un desarrollo muy desequilibrado de nuestro sistema productivo y, por tanto, al caer con intensidad la construcción de la vivienda, con las consiguientes consecuencias en todos los sectores que les facilitaban los productos complementarios, no es fácil encontrar sectores de producción sustitutivos para absorber, sobre todo, la gran cantidad de parados que está generando con el consiguiente agravamiento de la recesión económica.

La responsabilidad del mecanismo del mercado en el desequilibrio del sistema productivo, sin embargo, si hay alguna es mínima, porque el mercado lo que hace es reflejar las libres decisiones de los ciudadanos respecto a los bienes que quieren consumir o producir y cuando la oferta no corresponde a la demanda, en cuanto al tipo de productos y en su calidad y cantidad, es posible suplir la falta de oferta interior por las importaciones y eso ha ocurrido claramente en nuestro país, en los bienes que no pertenecen al sector inmobiliario, y es la causa de nuestro excesivo déficit exterior.

Si en el funcionamiento del mercado de bienes no aparece ninguna clara responsabilidad en el factor principal de la crisis local de nuestra economía, no se puede decir lo mismo sobre el funcionamiento de nuestro sistema financiero, sin tomar todavía en consideración la crisis financiera originada en EE.UU.

Los bajos niveles del tipo de interés referencial del BCE estimularon a muchas familias a solicitar hipotecas para comprar la primera o una segunda vivienda. Los bancos respondieron generosamente a esas solicitudes pensando que el riesgo era más bien reducido por la fase de prosperidad en que se encontraba nuestra economía. Por los mismos motivos se financiaron con créditos las numerosas empresas de construcción inmobiliaria que se fueron creando en estos años. En este caso no podemos, sin embargo, culpar a fallos en la ortodoxia del mecanismo del mercado, porque el mercado financiero, como el de los demás factores de producción, no se rige por las reglas del libre mercado de competencia de la economía real. Por poner un ejemplo, para aclarar el sentido de nuestra afirmación, baste recordar que decisiones como la variación del tipo de interés referencial, que toma cualquier banco central con autonomía en virtud de las variables que considera más significativas, no son nunca el resultado de la confrontación de una demanda y de una oferta.

Por lo que se refiere al principal regulador de cualquier sistema financiero, no se puede culpar en nuestro caso al BE por el excesivo endeudamiento, que han estado favoreciendo los bancos privados, porque al obligarles el BE a mantener una proporción bastante significativa del capital propio en relación con su volumen de endeudamiento, reducía su potencial de liquidez, conteniendo así en la medida de las competencias del Banco central, el exceso de crédito. Esta política, que se consideraba demasiado restrictiva en los años de prosperidad, ha sido propuesta por organismos internacionales como un acertado instrumento para contener los abusos del sistema financiero internacional. Así se ha hecho en el Informe sobre regulación bancaria encargado por la Comisión europea. En una reciente entrevista Jacques de Larrosière, coordinador de este documento y antiguo gobernador del Banco de Francia y director gerente del FMI, afirma que el sistema financiero español les inspiró «medidas muy precisas. Una de las cosas que admiramos y que hemos incorporado a las recomendaciones, es el sistema de provisiones dinámicas. España tuvo la sabiduría de obligar a los bancos a aprovisionar reservas extra en años de crecimiento para tener un colchón cuando el ciclo empeorara y sin infligir demasiado daño a la economía. Es una muy buena idea que recomendamos para todos los demás».

Si por lo que se refiere al mercado, en su acepción más propia, y a una institución reguladora como el BE, no aparecen claros indicios de corresponsabilidad en la gestación de la crisis local de nuestro país, habrá que analizar el otro factor fundamental de cualquier modelo de organización económica, el estado, para ver si, por omisión o por un exagerado intervencionismo, ha influido positiva o negativamente en la gestación de nuestra crisis.

Internacionalmente se suele considerar que la economía española ha seguido un proceso de liberalización en las últimas décadas que demuestra que el estado ha sido poco intervencionista, respetando el libre juego del mercado. En el último estudio de la OCDE, presentado en febrero de este año, sobre el grado de competencia de sus treinta países miembros se afirma que «en los últimos diez años, España ha llevado a cabo un profundo, amplio y sostenido proceso de reformas que ha vuelto a sus mercados más abiertos a las presiones competitivas», pasando del puesto 19 en el 2003 al séptimo en el 2008.

En las políticas de protección social, a pesar de la tendencia universalizante en la sanidad y educación, se ha procurado que, en la medida de sus posibilidades, los mismos ciudadanos contribuyan a su financiación como se ha establecido en la reciente Ley de Dependencia. De esta manera en la gestión del presupuesto público se ha llegado a conseguir un superávit en las fases de prosperidad, observando estrictamente las orientaciones del PEC.

Pensamos sin embargo, que el estado ha evitado enfrentarse con ciertas reformas estructurales que han agravado las repercusiones de la crisis y dificultan su superación. Diversos organismos han venido llamando la atención desde hace años de los riesgos del boom inmobiliario (en el 2002 el BE alertó sobre la sobrevaloración de la vivienda, en el 2004 el FMI situaba esa sobrevaloración entre el 20% y el 30%) que podría haber sido frenado, sin una heterodoxa intervención en el mercado, simplemente eliminando las desgravaciones fiscales por la compra de viviendas y se habrían evitado los mayores males que ahora experimentamos. El tema de la reforma estructural del sistema productivo, la necesidad de mejorar los sistemas de distribución para acercar nuestra inflación al índice armonizado de la UE, las complejidades e irregularidades de nuestro mercado laboral y la modernización de nuestro sistema educativo para formar operarios que consigan elevar nuestros niveles de productividad, con la consiguiente mejora de la competitividad de nuestros productos en el mercado mundial, han sido propuestos como objetivos inaplazables lo mismo en los dos programas de Convergencia de los Socialistas, que en el de los populares. El primero lo propuso el ministro Solchaga en 1992, lo actualizó después Solbes al sustituir a Solchaga en 1994 y el tercero lo presentó el ministro del Partido Popular Rodrigo Rato en abril de 1997. Lo mismo se ha venido repitiendo en los llamados siete ejes que resumen los Planes Nacionales de Reforma que en los siguientes años se han entregado a la Comisión Europea, siguiendo las indicaciones de las cumbres de Lisboa. Lamentablemente, en las fases de prosperidad de nuestros ciclos coyunturales, los políticos no han querido exponerse a frenar esos procesos y por eso no se han puesto los medios adecuados para su realización, con lo que, como hemos dicho, han influido negativamente en la actual fase recesiva, dificultando de un modo notable la recuperación.

La crisis no nos exige, por tanto, un cambio radical del modelo económico en cuanto a nuestra política económica, con más o menos fidelidad y conciencia de su vigencia, ha procurado inspirarse en los principios del TUE y del PEC. El mercado libre y competitivo, favorecedor de la cohesión social y un estado fuerte que establece con efectividad el marco en el que se ha de desarrollar ese mercado, que respeta los principios de la estabilidad presupuestaria y que crea los organismos reguladores imprescindibles para controlar actuaciones que se escapan al mercado, como ha ocurrido con las finanzas internacionales. Pero ha de ser un estado que ha de procurar mantener siempre el debido equilibrio para no interferir en los mecanismos esenciales que definen el mercado. La experiencia permite concluir que se plantea una gran oportunidad en nuestro país y en el mundo para dar más vigencia a la ESM. En nuestro caso la aceptación de sus componentes nos permitiría desarrollar con éxito nuestra economía, una vez superada la crisis, pero para esto se necesita que en las medidas inmediatas que se están tomando para ello se tenga muy presente su contribución para mantener y perfeccionar el modelo futuro. Ésto es lo que hemos visto, piensan los representantes de la economía alemana, que hemos dado a conocer en la primera parte y los numerosos y diferentes tipos de campañas, entre las cuales hay que mencionar la reciente reunión de los líderes del PPE en Varsovia (3 mayo de 2009), con los que se pretende dar a conocer las ventajas que tendría una generalización del sistema de la ESM.

En términos generales, pensamos que el cambio que se ha dado en la dirección de la economía de nuestro país en la reciente crisis, no ofrece garantías de que se vaya a orientar la política económica hacia el modelo sugerido. Las dificultades que encontraba el Sr. Solbes, como ha manifestado en diversas entrevistas, para practicar una política anticrisis de acuerdo con los principios que defendió cuando fue Comisario de la UE, y que hoy representa su correlegionario Sr. Almunia, son suficiente motivo de alarma sobre los nuevos planteamientos. El proceso acelerado del continuo crecimiento del déficit y de la deuda pública y la ligereza con que se comprometen nuevos gastos sintonizan mucho mejor con las estrategias de los presidentes Obama y Sarkozy que con la tradición europea, que por cierto tuvo un papel más decisivo de lo que se esperaba en las cumbres del G20 en Washington y Londres, imponiendo la preocupación por garantizar la estabilidad financiera frente a la expansión monetaria que priorizaban los presidentes Obama y Brown en la reunión de Londres.

Tampoco son muy tranquilizadoras las coincidencias de nuestro presidente con el Sr. Sarkozy. En la reciente visita del presidente francés a nuestro país (29 abril 2009), en la reunión que tuvo en la Moncloa con el Sr. Zapatero afirmó que Europa padece un “déficit de gobierno económico”, reincidiendo una vez más en una propuesta que expresamente incluía el influjo en las decisiones del BCE y que fue rechazada en su momento por la correspondiente autoridad de la UE. El presidente Zapatero respondió a las lamentaciones de Sarkozy que uno de los objetivos prioritarios de la presidencia española en el primer semestre del 2010 será dotar a la UE de “un gobierno económico mucho más sólido con herramientas y poderes”.¡Las actitudes de ambos mandatarios no dejan, por tanto, lugar a dudas!

Tampoco parece muy fundamentada la radical renuncia del presidente Zapatero a plantear la conveniencia de analizar si nuestro mercado laboral está adaptado a las nuevas circunstancias de la globalización, como hizo en su día otro socialista, el canciller Schröder, con resultados muy favorables para la creación de empleo en su país, aunque no tan buenos para sus objetivos electorales.

Por otra parte, aunque parece que por fin se va a afrontar la liberalización de los servicios de acuerdo con las directrices de la UE, tema que por su complejidad han venido rehuyendo gobiernos sucesivos, nadie habla de la necesidad de establecer y garantizar la independencia de los organismos reguladores, factor esencial para el correcto funcionamiento de una ESM.

De puertas para adentro, las perspectivas de que para cuando llegue la recuperación de nuestra economía contemos con un modelo que nos reporte todas las ventajas referidas, no son muy halagüeñas, por el momento vivimos centrados en superar lo más rápidamente posible la grave crisis en que nos encontramos sin importarnos mucho las consecuencias a largo plazo de las medidas que parezca oportuno aplicar. Baste recordar para ver lo fundado de estos temores la insistencia de la vicepresidenta segunda y ministra de Economía en la disponibilidad de recursos para aumentar el gasto público. Y por lo que se refiere a nuestra aportación para llegar a un modelo global, hay que tener en cuenta que los instrumentos sugeridos sólo pueden ser eficaces a nivel de una economía nacional, como advertía Klaus-Peter Müller en el trabajo publicado por la Fundación Adenauer. Por eso hemos de colaborar también con la UE, para que a nivel global se dote a las organizaciones ya existentes de la competencias necesarias, de modo que se vaya perfeccionando su funcionamiento, en el sentido que propone Müller o de un modo más completo siguiendo las 31 recomendaciones del Informe Larossière, para que sus resultados se vayan aproximando lo más posible al modelo que ha demostrado ser el más satisfactorio para las economías nacionales.

Doctor Eugenio Recio

Profesor Honorario de ESADE


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